sábado, 10 de diciembre de 2011

El Fracaso de Durban


Es muy posible que dentro de unos años no se recuerden estos días por el cambio de Gobierno en España ni por la inestabilidad de las primas de riesgo, por el paro galopante ni por los golpes de estado del Capital sobre la Democracia en Grecia y en Italia, ni por la cumbre en la que se decidía el futuro de la Unión Europea, ni tan siquiera por el partido de liga entre el Real Madrid y el Barça. Aunque actualmente no ocupe tantas portadas como esos otros asuntos, lo más probable es que en el futuro se recuerden estas fechas por “El Fracaso de Durban”.

Efectivamente, la Cumbre del Clima de Durban está pasando casi desapercibida en las noticias de estos días, sin embargo, la mayoría de los científicos respetables de este mundo, al menos aquellos que no están comprados por las multinacionales energéticas o son primos de dirigentes títeres de los mercados, están de acuerdo en que el cambio climático es un hecho cierto y en que o se actúa de inmediato o será demasiado tarde.

Con todo, parece que hasta esos científicos pecan de cierto optimismo. Nos equivocamos al pensar que si no hacemos nada “será demasiado tarde” ya que de hecho, los terribles efectos del cambio climático ya están generando desastres que directamente matan a cientos de miles, quizá millones de personas cada año. Sequías que generan hambrunas durante lustros, tormentas y huracanes que producen inundaciones nunca conocidas, records de temperaturas en verano que matan a miles de ancianos y enfermos y hacen peligrar la refrigeración de las centrales nucleares y un largo etcétera. Efectivamente, el Titanic podría viajar hoy día a toda máquina por el Atlántico Norte sin topar con un Iceberg ya que, como prueba anecdótica del cambio climático, hace muchos años que no se ven estas montañas de hielo en la trayectoria que tomó aquel navío, pero a cambio, nuestra civilización avanza a toda máquina hacia su propio desastre y nadie parece interesado en mover ni un grado el timón.

Por tanto, quizá la cumbre de Durban no era en realidad la oportunidad para evitar el cambio climático que ya está aquí, quizá era tan solo la última oportunidad para evitar, en la medida de lo posible, los peores efectos de este. Estamos dejando pasar quizá la última oportunidad de mover el timón a tiempo, la última oportunidad, si no de chocar, al menos de salvarnos del hundimiento irreversible. En su lugar, estamos dejando al mando, ciegamente, a los que nos dicen que para salir de esta crisis financiera todo vale, que los problemas medioambientales son secundarios y que ya los trataremos cuando la economía vaya bien. Pero si dejamos a los incendiarios encargados de apagar el fuego que ellos mismos crearon, no nos extrañemos si la receta es echar más gasolina al fuego. Lo peor es que cuando nos queramos dar cuenta de que de las crisis financieras se puede salir cambiando el sistema, quizá nos encontremos con que de las crisis climáticas y medioambientales no es tan fácil salir. 

Aunque no se le esté dando la importancia que merece, el fracaso de Durban está condenando directamente a una muerte segura a millones de personas e indirectamente podría estar condenando al colapso a nuestra propia civilización.

La solución, que también lo es para la crisis económica, no es otra que un cambio de sistema hacia una economía sostenible en sí misma y con el medio ambiente, pero este cambio, que iría directamente contra la línea de flotación de la sociedad mercantilista y consumista que sustenta al capitalismo, debería darse muy pronto y nadie entre los que tienen el poder parece tener ningún interés por apostar por algo así.

Víctor M. García de Lucas
Área de Salud y Medioambiente de IU Mota