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Cada día me sorprendo más cuando nuestros políticos, algunos de ellos dedicados en su vida profesional al desarrollo del turismo rural y la comercialización de los productos agrícolas de la tierra, consienten sin levantar la voz que instalen un cementerio de residuos nucleares a 49 Kilómetros del Balcón de la Mancha.
Desde ahora, tendremos algo más que observar desde los molinos. Ya no podremos conformarnos con decir que en los días claros se puede ver hasta Despeñaperros, ya que, si giramos nuestra vista, podríamos vislumbrar el basurero de España.
De poco servirán nuestros molinos para apartar la nube nuclear. Fuerte debería soplar Eolo para que los siete centinelas Moteños contuviesen la plaga.
Pero después de 400 años, cada vez tienen más fuerza las palabras de Don Miguel de Cervantes en El Quijote “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…”
Olvidémonos de nuestro pan candeal producido con harinas de la España nuclear, nuestros vinos, nuestro aceite y nuestras lagunas.
Olvidemos nuestras fértiles tierras, que nos han dado lo mejor de sus entrañas.
Olvidemos La Mancha llana y abierta que recibe al viajero de forma humilde pero orgullosa de mantenerse viva, con dificultades, pero fiel a sus costumbres y tradiciones.
Y algunos dirán: Demos paso a un desarrollo que generará riqueza pero, en realidad, aún no sé para quién será ese desarrollo y riqueza que, al tiempo, condenará a las próximas generaciones a deambular sobre residuos nucleares. No, yo no la quiero para mi pueblo ni para mi comarca, ni tan siquiera para mi país.
Es curioso como nadie se acuerda de esta comarca para hacer autovías, ni para hacer Centros de Salud, ni Hospitales, ni actuaciones industriales… y ahora con lo beneficioso que será para el desarrollo de la zona donde se instale van y, de manera sorprendente, se acuerdan de Cuenca.
Pues yo no quiero tanto bien para mi pueblo.
Ángel Luis Alcolado Fernández
Responsable Organización IU Mota